martes, 26 de marzo de 2013

El tabaco y sus efectos tóxicos

 Por RICARDO GONZÁLEZ MENÉNDEZ

-Cuarta parte- 

El caso con el que ejemplificaremos el tabaquismo es precisamente un paciente aquejado de uno de los efectos dañinos menos conocidos por la población general y, no excepcionalmente, por algunos profesionales no dedicados a la lucha contra los hábitos tóxicos.

Roberto es un hombre de 36 años, de alto nivel escolar y tiene un trabajo calificado, en el que devenga un salario 3 veces superior al promedio. Su inicio en el consumo del tabaco se produjo en la adolescencia "quería dar la imagen de adulto". 

Los consejos de su padre (fumador de larga historia y en total abstinencia desde los 45 años, luego de habérselo suprimido el médico por presentar un grave infarto cardíaco) no fueron efectivos ya que "cuando los escuchaba consideraba que yo tenía la fuerza de voluntad suficiente para eliminar el consumo cuando lo deseara". Después, la cantidad de cigarros consumidos iba en aumento y ya le resultaba difícil estar más de una hora sin encender alguno. 

Hace 3 meses concurrió a su primera consulta tras separarse de su esposa, luego de presentar durante 2 años un cuadro de disfunción sexual eréctil (antiguamente mal llamado impotencia) que no respondió a los tratamientos habituales. Su esposa lo atribuía a que él tuviera otras relaciones, y los médicos que consultó le habían manifestado que las pruebas muy complejas realizadas durante semanas no ofrecían ninguna alteración que justificara sus dificultades sexuales. 

La profunda y calificada exploración realizada por los facultativos que lo atendieron tuvo en cuenta los hábitos tóxicos, pero dicho dato se registró en la historia clínica solamente como: "consume café, tabaco y alcohol". Luego de varias consultas sin resultados favorables y al percatarnos de que le era imposible mantenerse sin fumar, en las entrevistas surgió la pregunta ¿fuma usted mucho? 

La respuesta abrió las puertas a su recuperación y aportó un nuevo elemento para entender la petición de divorcio por parte de su compañera, pues además de los conflictos maritales antes referidos estaba el significativo daño económico hogareño. El consumo en los últimos años fluctuaba entre 18 y 20 tabacos diarios, cifra realmente excepcional en nuestro medio y que implicaba la dedicación de la mitad de su salario a dicho hábito tóxico. 

En esos momentos surgía una nueva preocupación, le resultaba, a su decir, imposible pasar la pensión de 60 pesos a sus 2 hijas y esto le creaba una gran culpabilidad, con la consecuente depresión. Sólo la supresión total del tabaco, lograda después de varios meses de esfuerzo, dio fin a las dificultades sexuales afrontadas y resolvió los conflictos económicos de aquel paciente. 

BREVES APUNTES HISTORICOS 

El tabaco, originario de América, es una planta de la familia de las solanáceas cuyas hojas secas y arrolladas, utilizadas en forma de tizón que se encendían por un extremo y se chupaba por el opuesto, llamaron la atención de los colonizadores. 

La denominación de la planta en el lenguaje nativo era cohíba y su uso no era exclusivo del behíque (sacerdote de la tribu), sino de todos los integrantes del grupo primitivo. La forma de consumo podía ser fumado, masticado y otras veces aspirados, y el nombre del tizón era tabaco. A principios del siglo XV, Carlos V recibió semillas de la planta, que sembró y cultivó; medio siglo después Juan Nicot, embajador francés en Portugal, la llevó a la reina de Francia, quien recomendó su aplicación para la curación de las heridas y la usó también en forma de polvo. En reconocimiento a Nicot, la planta fue llamada nicotina, y su producto activo, que veremos a continuación, se denominó nicotina. 

El consumo actual de tabaco, en el mundo desarrollado, se tipifica en Estados Unidos de América, donde anualmente se producen 600 000 millones de cigarrillos y donde existen 55 millones de dependientes del tabaco. Un estudio efectuado en nuestro país, 8 años atrás, en un municipio de la capital, evidenció que el 38,5 % de las mujeres y 71 % de los hombres mayores de 16 años consumían tabaco regular mente, lo que representa el 55 % de la población en el grupo de edad referido. 

Los continuos y calificados esfuerzos por lograr la reducción de su consumo en nuestro medio no han logrado aún bajar la proporción de los fumadores a cifras menores del 40 % en la población adulta, y desgraciadamente Cuba ocupa todavía el tercer lugar entre los países consumidores de tabaco. 

MECANISMOS DE ACCION DEL TABACO 

El tabaco actúa también elevando la cantidad de neurotransmisores, en forma similar al café, pero al mismo tiempo disminuye la circulación de la sangre por el cerebro y corazón y bloquea los impulsos nerviosos de la médula espinal (parte del sistema nervioso que se extiende por el canal existente en la columna vertebral y donde radican centros nerviosos muy importantes para el normal funciona miento sexual). Este fue precisamente uno de los mecanismos que explicaban la "inexplicable" dificultad que trajo a consulta al paciente con quien comenzamos este capítulo. 

Todos estos efectos se determinan por la nicotina que se encuentra en proporción aproximada al 1 ó 2,5 % del peso del tabaco. Existen también otros mecanismos ajenos a los químicos, relacionados con los diferentes rituales (comportamientos rutinarios al manipular el cigarrillo o tabaco-cigarro en otros medios). 

Hay investigaciones, efectuadas en países fríos, que demuestran que la mayoría de los fumadores, cuando se apagan sus cigarrillos, siguen exhalando humo (esta vez por la acción del frío) y no se percatan de que realmente no fuman en ese momento. Debe también recordarse que aunque los indios norteamericanos usaban el tabaco en ceremonias de paz (fumar la pipa de la paz), en épocas anteriores, el simbolismo fundamental de exhalar humo de cualquier tipo era expresar ira. 

Además de los efectos esperados por los mecanismos de acción referidos debemos tener en cuenta que existen muchos otros mecanismos que explican precisamente los efectos inesperados o al menos no deseados de este tóxico, que por la cantidad de fallecimientos que determina podría denominarse como asesino con cara de ángel.

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