Por Dr. RICARDO GONZÁLEZ MENÉNDEZ
-Segunda parte-
Corría el año 1962 cuando, al ejercer como médico
rural, fui despertado para atender con toda urgencia a un paciente que
al decir del enfermero "se había vuelto loco". Al arribar al cuerpo
de guardia encontramos a un hombre de complexión fuerte que a duras
penas era controlado por 4 vecinos a los cuales zarandeaba como si fuesen
hojas de papel. La esposa, llorosa, daba por hecho que su compañero
había perdido la razón, pues nunca antes había presentado
molestia igual pese a que hacía meses lo notaba intranquilo, irritable
y con dificultades para dormir. Poco fue lo que pudimos obtener del interrogatorio
que le hicimos a José, ya que su estado de desesperación
lo llevaba "a buscar aire", pues creía que estaba en sus minutos
finales. Por diferentes vías supimos que se trataba de un hombre
muy querido y respetado en su cuartón, donde atendían una
pequeña plantación cafetalera, y que no existía razón
alguna de tipo ambiental para el cuadro que requirió dosis importantes
de medicamentos.
La preparación recibida como interno de psiquiatría permitió
diagnosticar: crisis de angustia aguda y, guiado por la referencia
del insomnio y la nerviosidad observados desde meses atrás, así
como por su trabajo en la siembra de café, encontré la causa
fundamental de su concurrencia al hospital: cafeinismo.
Pasarían muchos años para que apareciera en una publicación
médica el trabajo de investigadores norteamericanos (Griffiths
R ; 1988) sobre la estrecha relación entre la ingestión
de dosis fuertes de café y los estados de pánicos (que es
como actualmente se denomina la crisis de angustia). Los resultados de
dicho estudio fueron contundentes. De 14 voluntarios sin ningún
tipo de antecedente psiquiátrico, a los que se dio a tomar el equivalente
de 7 tazas de café fuerte, 12 tuvieron cuadros similares al de José.
Este, desde luego, fue un caso de alto consumo, pero en los consumidores
moderados se presentan también molestias que aunque menos severas,
resultan igualmente desagradables y determinantes de nerviosidad crónica
(Graham K; 1988).
BREVES APUNTES HISTORICOS
El término café se deriva de la palabra turca quahué,
y su conocimiento como sustancia tóxica se debió a un pastor
etíope que en 1440 apreció que su rebaño había
estado muy activo durante la noche, luego de haber ingerido los frutos
de unos arbustos silvestres. El café, 200 años después,
era muy utilizado en Europa y de allí pasó a las colonias
francesas hasta que, concluida la rebelión de los negros dominicanos,
se extendió por América Latina.
En la actualidad, la exportación mundial de café representa,
según fluctuaciones del mercado, entre 3 000 y 20 000 millones de
dólares y sólo en Estados Unidos de América se consumen
cada año 200 000 millones de tazas.
MECANISMOS DE ACCION DEL CAFE
El principio activo del café es la trimetilxantina (cafeína),
cuya concentración en relación con el peso fluctúa
entre el 1 y el 2 %; también se encuentra, aunque en menor proporción,
en el té y el cacao.
La cafeína pasa a la sangre a través de la mucosa del
estómago e intestino, y se elimina rápidamente y sin modificación
por la bilis y la orina, de ahí su efecto tan irritante sobre la
vejiga e intestino. Su acción sobre el sistema nervioso se produce
por elevar considerablemente las sustancias llamadas neurotransmisores,
que transmiten la excitación nerviosa de una neurona a la otra,
y su peligrosidad estriba en que esa elevación ocurre a expensas
del mecanismo de gasto anticipado, es decir, que los neurotransmisores
almacenados para una semana pueden consumir se en un día y después
vendrán muchos días de carencia que explican lo que en estos
tóxicos se llama efecto de rebote, caracterizado por notable
falta de ánimo y somnolencia.
EFECTOS DEL CAFE SOBRE LA SALUD EFECTOS SOBRE EL SISTEMA NERVIOSO
El café provoca ansiedad, dolores de cabeza, vértigos,
temblores, insomnio (sobre todo en las personas con notable dificultad
para lograr dormirse y con sueños interrumpidos por pesadillas).
En los casos más severos puede haber convulsiones y también
ideas delirantes de persecución y daño, así como crisis
de pánico agudo (Kaplan H, Sadock B; 1987).
EFECTOS SOBRE EL APARATO CARDIOVASCULAR
El café provoca palpitaciones, extrasístoles (sensación
desagradable cuando aparece un latido cardíaco intenso y después
viene un tiempo mayor de lo habitual para sentir el siguiente), aumento
de la presión arterial, pulso rápido y dolores precordiales
de tipo anginoso.
EFECTOS SOBRE EL APARATO DIGESTIVO
El café aumenta notablemente la secreción de ácido
clorhídrico del jugo gástrico con la consecuente acidez y
regurgitaciones ácidas (regreso del contenido gástrico hacia
la faringe con sensación de quemadura), además, provoca diarreas
acompañadas de cólicos, empeora notablemente las úlceras
gástricas y duodenales, da sensación de tirantez en la "boca
del estómago" y aumenta la producción de saliva, así
como disminuye el apetito.
EFECTOS SOBRE EL APARATO GENITOURINARIO
Por su eliminación en forma directa por la orina, el café
determina polaquiuria (necesidad de orinar repetida mente) y micción
imperiosa (imposibilidad de contener las ganas de orinar).
NIVEL DE INFORMACION DE LA POBLACION SOBRE ESTOS EFECTOS
Si alguna de estas realidades le tomaron por sorpresa, no se considere
muy desinformado, ya que en un estudio realizado por nuestro equipo en
Ciudad de La Habana, 8 años atrás (González R.
Mascaro G; 1984), se evidenció que el 44 % de los adultos entrevistados
desconocía totalmente los efectos dañinos del café,
sólo el 3,3 % sabía que podía producir insomnio, el
2,2 % refirió que irritaba la vejiga y únicamente el 5 %
estaba informado de su efecto como determinante y agravante de úlceras
gástricas y duodenales.
¿COMO SE PREVIENE EL HABITO DEL CAFE?
No existe duda alguna con respecto a que los esfuerzos más significativos
en la lucha contra las sustancias tóxicas deben dirigirse a la prevención,
es decir, a evitar que se establezca la mala costumbre de su consumo, como
puede fácilmente apreciarse, esto, en gran parte, tiene que ver
con el estilo de vida.
Para sólo poner un ejemplo, una persona que al organizar sus
actividades cotidianas no tenga en cuenta el requerimiento mínimo
de 7 horas de sueño nocturno, posiblemente se verá inclinada
durante el día a tomar alguna sustancia que disminuya su somnolencia,
aun al precio de sufrir todos los efectos dañinos referidos. El
aspecto más importante es el de la educación de las nuevas
generaciones. Los padres, como modelo que se debe copiar, desempeñan
una gran función en este sentido y sería bueno comenzar a
disminuir y, finalmente, erradicar, los rituales familiares sobre el consumo
de café, así como evitar ofrecer dicho producto a los niños
que deben ser alertados que se trata de una sustancia tóxica (Kaplan
H; Sadock B; 1990). Las conductas hogareñas que ubican al café
en el mismo nivel de significación de los alimentos deben ser, por
tanto, abolidas, sobre todo si se quiere tener una familia saludable.
sábado, 16 de marzo de 2013
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