sábado, 16 de marzo de 2013

El café y sus efectos tóxicos

Por Dr. RICARDO GONZÁLEZ MENÉNDEZ

-Segunda parte-
 
Corría el año 1962 cuando, al ejercer como médico rural, fui despertado para atender con toda urgencia a un paciente que al decir del enfermero "se había vuelto loco". Al arribar al cuerpo de guardia encontramos a un hombre de complexión fuerte que a duras penas era controlado por 4 vecinos a los cuales zarandeaba como si fuesen hojas de papel. La esposa, llorosa, daba por hecho que su compañero había perdido la razón, pues nunca antes había presentado molestia igual pese a que hacía meses lo notaba intranquilo, irritable y con dificultades para dormir. Poco fue lo que pudimos obtener del interrogatorio que le hicimos a José, ya que su estado de desesperación lo llevaba "a buscar aire", pues creía que estaba en sus minutos finales. Por diferentes vías supimos que se trataba de un hombre muy querido y respetado en su cuartón, donde atendían una pequeña plantación cafetalera, y que no existía razón alguna de tipo ambiental para el cuadro que requirió dosis importantes de medicamentos.

La preparación recibida como interno de psiquiatría permitió diagnosticar: crisis de angustia aguda y, guiado por la referencia del insomnio y la nerviosidad observados desde meses atrás, así como por su trabajo en la siembra de café, encontré la causa fundamental de su concurrencia al hospital: cafeinismo.

Pasarían muchos años para que apareciera en una publicación médica el trabajo de investigadores norteamericanos (Griffiths R ; 1988) sobre la estrecha relación entre la ingestión de dosis fuertes de café y los estados de pánicos (que es como actualmente se denomina la crisis de angustia). Los resultados de dicho estudio fueron contundentes. De 14 voluntarios sin ningún tipo de antecedente psiquiátrico, a los que se dio a tomar el equivalente de 7 tazas de café fuerte, 12 tuvieron cuadros similares al de José. Este, desde luego, fue un caso de alto consumo, pero en los consumidores moderados se presentan también molestias que aunque menos severas, resultan igualmente desagradables y determinantes de nerviosidad crónica (Graham K; 1988).

BREVES APUNTES HISTORICOS

El término café se deriva de la palabra turca quahué, y su conocimiento como sustancia tóxica se debió a un pastor etíope que en 1440 apreció que su rebaño había estado muy activo durante la noche, luego de haber ingerido los frutos de unos arbustos silvestres. El café, 200 años después, era muy utilizado en Europa y de allí pasó a las colonias francesas hasta que, concluida la rebelión de los negros dominicanos, se extendió por América Latina.

En la actualidad, la exportación mundial de café representa, según fluctuaciones del mercado, entre 3 000 y 20 000 millones de dólares y sólo en Estados Unidos de América se consumen cada año 200 000 millones de tazas.

MECANISMOS DE ACCION DEL CAFE

El principio activo del café es la trimetilxantina (cafeína), cuya concentración en relación con el peso fluctúa entre el 1 y el 2 %; también se encuentra, aunque en menor proporción, en el té y el cacao.

La cafeína pasa a la sangre a través de la mucosa del estómago e intestino, y se elimina rápidamente y sin modificación por la bilis y la orina, de ahí su efecto tan irritante sobre la vejiga e intestino. Su acción sobre el sistema nervioso se produce por elevar considerablemente las sustancias llamadas neurotransmisores, que transmiten la excitación nerviosa de una neurona a la otra, y su peligrosidad estriba en que esa elevación ocurre a expensas del mecanismo de gasto anticipado, es decir, que los neurotransmisores almacenados para una semana pueden consumir se en un día y después vendrán muchos días de carencia que explican lo que en estos tóxicos se llama efecto de rebote, caracterizado por notable falta de ánimo y somnolencia.

EFECTOS DEL CAFE SOBRE LA SALUD EFECTOS SOBRE EL SISTEMA NERVIOSO

El café provoca ansiedad, dolores de cabeza, vértigos, temblores, insomnio (sobre todo en las personas con notable dificultad para lograr dormirse y con sueños interrumpidos por pesadillas). En los casos más severos puede haber convulsiones y también ideas delirantes de persecución y daño, así como crisis de pánico agudo (Kaplan H, Sadock B; 1987).

EFECTOS SOBRE EL APARATO CARDIOVASCULAR

El café provoca palpitaciones, extrasístoles (sensación desagradable cuando aparece un latido cardíaco intenso y después viene un tiempo mayor de lo habitual para sentir el siguiente), aumento de la presión arterial, pulso rápido y dolores precordiales de tipo anginoso.

EFECTOS SOBRE EL APARATO DIGESTIVO

El café aumenta notablemente la secreción de ácido clorhídrico del jugo gástrico con la consecuente acidez y regurgitaciones ácidas (regreso del contenido gástrico hacia la faringe con sensación de quemadura), además, provoca diarreas acompañadas de cólicos, empeora notablemente las úlceras gástricas y duodenales, da sensación de tirantez en la "boca del estómago" y aumenta la producción de saliva, así como disminuye el apetito.

EFECTOS SOBRE EL APARATO GENITOURINARIO

Por su eliminación en forma directa por la orina, el café determina polaquiuria (necesidad de orinar repetida mente) y micción imperiosa (imposibilidad de contener las ganas de orinar).

NIVEL DE INFORMACION DE LA POBLACION SOBRE ESTOS EFECTOS

Si alguna de estas realidades le tomaron por sorpresa, no se considere muy desinformado, ya que en un estudio realizado por nuestro equipo en Ciudad de La Habana, 8 años atrás (González R. Mascaro G; 1984), se evidenció que el 44 % de los adultos entrevistados desconocía totalmente los efectos dañinos del café, sólo el 3,3 % sabía que podía producir insomnio, el 2,2 % refirió que irritaba la vejiga y únicamente el 5 % estaba informado de su efecto como determinante y agravante de úlceras gástricas y duodenales.

¿COMO SE PREVIENE EL HABITO DEL CAFE?

No existe duda alguna con respecto a que los esfuerzos más significativos en la lucha contra las sustancias tóxicas deben dirigirse a la prevención, es decir, a evitar que se establezca la mala costumbre de su consumo, como puede fácilmente apreciarse, esto, en gran parte, tiene que ver con el estilo de vida.

Para sólo poner un ejemplo, una persona que al organizar sus actividades cotidianas no tenga en cuenta el requerimiento mínimo de 7 horas de sueño nocturno, posiblemente se verá inclinada durante el día a tomar alguna sustancia que disminuya su somnolencia, aun al precio de sufrir todos los efectos dañinos referidos. El aspecto más importante es el de la educación de las nuevas generaciones. Los padres, como modelo que se debe copiar, desempeñan una gran función en este sentido y sería bueno comenzar a disminuir y, finalmente, erradicar, los rituales familiares sobre el consumo de café, así como evitar ofrecer dicho producto a los niños que deben ser alertados que se trata de una sustancia tóxica (Kaplan H; Sadock B; 1990). Las conductas hogareñas que ubican al café en el mismo nivel de significación de los alimentos deben ser, por tanto, abolidas, sobre todo si se quiere tener una familia saludable.

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