Todas ellas especificaron que tenían migrañas provocadas por una luz brillante o intermitente, el ejercicio vigoroso, o una combinación de ambos factores.
Los pacientes fueron expuestos a esos desencadenantes, para ver si provocaban una migraña. Esto incluyó correr intensamente o usar una bicicleta de ejercicio durante una hora, alcanzando al menos un 80% de su tasa cardiaca máxima.
Los pacientes también se expusieron a luces brillantes, parpadeantes o intermitentes durante 30-40 minutos.
Tras cada sesión de ejercicio o de exposición a la luz, se vigiló a los pacientes durante unas tres horas. Apenas uno de cada diez pacientes experimentó una migraña. El 11% (n = 3) sufrió una migraña con aura tras hacer ejercicio o exponerse a la luz, y un 11% adicional sufrió una migraña sin aura.
El estudio concluyó que si una persona es expuesta a un desencadenante durante tres meses y no tiene un ataque de migraña, no debe seguir preocupándose de evitar ese desencadenante.
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