martes, 22 de enero de 2013

Alcohol y sobriedad

CATALEJO

DR. ANULFO MATEO PÉREZ

En las tradicionales fiestas de fin de año suelen expresarse el consumismo y la toma de decisiones más trascendentes en el orden personal y familiar. La publicidad comercial estimula en diciembre al gasto de los ingresos de varios meses, en algunos casos de todo el año, y más allá.

El consumo abusivo de alcohol, tabaco, café, narcóticos, el desorden en la alimentación y recorte del período del sueño convierten las llamadas fiestas navideñas en una experiencia para lamentar.

Donde predomina la cultura evasiva y hedonista, la ingestión abusiva de alcohol y la embriaguez, el uso del café, tabaco y otras drogas reviste un asunto de salud pública. Más de la mitad de la población mundial no ingiere alcohol.

Todas las bebidas espirituosas son tóxicas, la embriaguez es uno de sus efectos, por lo que perjudican la salud. La ingestión etílica en exceso daña el sistema nervioso central y periférico y conduce al alcoholismo.

Los distintos sistemas y órganos pueden ser afectados por el alcohol. En el digestivo: boca, tráquea, esófago, estómago, intestinos, hígado... La encefalopatía, la polineuropatía periférica, la úlcera péptica y la cirrosis hepática son ejemplos puntuales.

Personas que padecen de epilepsia, trastorno bipolar, esquizofrenia, diabetes, hipertensión arterial, entre otras afecciones, la ingestión de alcohol es absolutamente contraproducente, ya que conduce a complicaciones peligrosas.

Los menores que osan tomar alcohol, por imitación o inducidos por mayores, se exponen a una intoxicación aguda y a la muerte.

Para el alcohólico compensado, un trago o más sería el reinicio del uso y abuso del alcohol. Entonces, la sobriedad es la clave para pasarla bien, disfrutar del ambiente festivo, junto a la familia y relacionados.

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